Por Ximena Álamos Riveros, candidata a concejal por Quilpué
Quilpué, una ciudad llena de historia y potencial, está enfrentando un desafío que afecta la calidad de vida de todos sus habitantes: la falta de seguridad.
Hoy, la seguridad pública es un tema que domina la agenda noticiosa, pero lamentablemente, sigue sin discutirse de manera efectiva. Esto no sólo es un problema de percepción, sino una realidad que ha empeorado con el tiempo. Las cifras hablan por sí solas: en los últimos años, los delitos han aumentado en diversas comunas de Chile, y nuestra ciudad no es la excepción, robos, asaltos y violencia han pasado de ser incidentes aislados a convertirse en parte del día a día.
Pero la seguridad no es simplemente “evitar el crimen”, es mucho más profundo que eso. Su ausencia impacta nuestra vida cotidiana de formas que a menudo no percibimos a primera vista.
El comercio, por ejemplo, se ve directamente afectado, los negocios tienen que cerrar más temprano, los emprendedores gastan más en sistemas de seguridad que en lo que realmente importa: crecer y ofrecer mejores servicios a nuestra comunidad y las inversiones también se ven frenadas porque nadie quiere invertir en un lugar donde el riesgo es demasiado alto.
Además, la sensación de inseguridad limita nuestra libertad de movimiento, muchas familias no se sienten tranquilas al salir por la noche o al dejar que sus hijos jueguen en las plazas, entre otras actividades diarias.
Y como si lo anterior no fuera ya suficiente, la inseguridad tiene un impacto negativo en nuestra salud mental porque vivir con miedo nos enferma, nos estresa y genera un clima de desconfianza que nos aísla como comunidad.
Es por esto que quiero ser clara: la seguridad no es un lujo, no es algo que deba estar condicionado por los recursos económicos de un barrio o por la capacidad de pagar sistemas de vigilancia, es un derecho, es la base para construir una vida tranquila y próspera. Y si bien la seguridad pública depende del Ministerio de Interior y de las policías, el municipio tal como lo establece la Ley Orgánica de Municipalidades, tiene un rol clave en la prevención social y situacional del delito, y es en ese ámbito donde tenemos que concentrar nuestros esfuerzos.
Existen muchas acciones que pueden implementarse desde el gobierno local para mejorar la situación de seguridad. Por ejemplo optimizar la iluminación en espacios públicos, aumentar la vigilancia local y fortalecer la cooperación con las instituciones de seguridad son pasos concretos que pueden marcar la diferencia. Pero también es vital promover la participación de la ciudadanía, las juntas de vecinos y las organizaciones locales que deben ser aliados en la prevención del delito, generando redes de apoyo y vigilancia que protejan nuestros barrios.
La solución no sólo pasa por tener más efectivos policiales en las calles, sino por una gestión eficiente y coordinada. Durante años, hemos visto cómo la falta de liderazgo ha impedido que se articulen adecuadamente los esfuerzos de las distintas instituciones. No podemos esperar que todo venga desde el nivel central ya que, como comunidad, tenemos el poder y la responsabilidad de actuar proactivamente para proteger nuestro entorno.
Mi compromiso es cambiar esta situación. Con mi experiencia en planificación estratégica y gestión de proyectos, estoy preparada para enfrentar los desafíos de seguridad en nuestra comuna. Pero, más allá de mi formación, lo que realmente me impulsa es el profundo compromiso con la ciudad en la que he crecido y por la que estoy dispuesta a trabajar sin descanso.
El futuro está en nuestras manos. Es momento de unirnos, de actuar con decisión y de demostrar que, con buena gestión y voluntad, podemos transformar nuestra ciudad en un lugar donde la seguridad no sea un sueño, sino una realidad cotidiana.
Quilpué merece más, y juntos podemos lograrlo.